Ha sido una magnífica semana para mí en la que asistí al Albert Hall de Londres a ver bailar a mi amiga Tamara Rojo el "Lago de los Cisnes" y ya de regreso a sólo tres días después asistir al bautizo de Carlos el hijo de Irene Villa, estas dos magnificas mujeres y reconocidas por todo el mundo dónde mi gratitud hacia ellas es infinita por sus textos de apoyo en mi libro David contra Goliat.
No sé si podré describir todas las sensaciones.... Ver a Tamara en el camerino con el hielo en los pies debido al gran esfuerzo que hace en un escenario me indica que nadie le regala nada. Y, que este País no tenga más cultura de ballet me indigna mucho muchisimo. Tamara Rojo no sólo es una gran bailarina con el premio Principe de Asturias en su casa, si no que además es directora del English National Ballet.
Artistas como Tamara tienen que trabajar en otro país, porque en el nuestro están muy entretenidos con políticos, "Sálvame" y fútbol. Si esas personas que están frente al televisor cambiaran el salón de su casa por ver en el escenario bailar a Tamara Rojo, les aseguro que sus pupilas se dilatarían cómo cuando te graduan la vista con atropina, ya no ves las mismas cosas con los mismos ojos...
Y, que puedo decir de Irene Villa, de su marido Juan Pablo Lauro y de su niño milagro, Carlos. Quiero recoger las palabras que pronunció nuestra amiga Mari Luz, haciendo una descripción perfecta de Irene: "Al sufrir el atentado, fuiste la niña de España. Cuando te casaste con ese hombre tan maravilloso, fuiste la mujer de España. Y ahora, al tener a Carlos, eres la madre de España. Todos los objetivos que te has marcado los has cumplido."
Irene es periodista, humanista, psicóloga, escritora, esquiadora y medallista paralímpica... y tampoco la han regalado nunca nada. Todo lo que es, todo lo que ha conseguido, es por su propio esfuerzo.
No puedo evitar sacar el paquete de pañuelos, emocionada, cuando veo bailar a Tamara y cuando comparto uno de esos momentos tan especiales con Irene.
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